domingo, julio 28, 2013

Un comic edición especial




Yo quería el último libro de John Katzenbach, “Un final perfecto”.

Había estado buscándolo cómo loca, cómo una completa posesa de la necesidad de leer a mi único autor favorito —porque soy demasiado torpe para aprenderme los nombres de los autores—, así que no me culpes de que cuándo apareciste, con una sonrisa de victoria junto a mi casillero con un paquete delgado y envuelto en celofán verde digno de un libro, me haya hecho a la idea —la burda ilusión—, de que habías cumplido mi tan ferviente deseo.

Me regalaste este libro de comics. Edición especial, además.

Sé que adoras los comics, que podrías pasarte la tarde entera platicando con JongHyun y MinHo sobre los muchos comics que existen de los cuáles yo no sé ni el nombre. Sé que los adoras tanto cómo yo adoro el suspenso magistral que logra crear Katzenbach, lo sé.

Pero, ¿por qué darme algo que bien sabias para mí no significaba nada?

Es cómo si yo te hubiera regalo una línea completa de cremas para el cutis —que debo reconocer; no necesitas, porque tu cutis es más limpio y más terso que el del bebé que nunca tendrá Jessica—. Nunca le vi el caso.

Pero claro, cómo fui en su momento una novia ejemplar, linda y comprensiva, te lo agradecí, con sonrisa y beso además.

Ahora te lo devuelvo. Envuelto en celofán verde, moño incluido.


Gracias por nada. Nunca lo leí.



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