domingo, julio 28, 2013

Un barniz negro




Un barniz. Un barniz que me compraste en un evento de la escuela. Te encantaba comprarme cosas Amber, ¿eres así con todas tus nenas?, si dices que sólo conmigo, me sentiré especial y tal vez incluso mi corazón se descongele en la parte que te almacena a ti y comience a latir.

Demasiado rápido, cómo antes.

Ja.

Mi corazón no se congeló en el lugar que te almacena Amber, no. Mi parte de corazón que te almacenaba se rompió, y ya suelto lo perdí de vista. Sólo quedaron pequeños bordes con tu cara en el resto de corazón que me quedo.

Esos bordes sin muchos sentimientos buenos, pero tampoco malos. Esos bordes que me permiten recordarte sin añorarte.

Estoy bien así Amber. Muy bien, realmente.

Y te preguntarás —tal vez—, quién fue el que dio el golpe que trozó mi corazón en dos para siempre. ¿Quién fue?

Fuiste tú. Sólo tú, cariño. Sólo tú.

Y gracias por eso.


Gracias también por el hecho de que el barniz fuera negro, amo mis uñas pintadas de negro, pero aún así, no sé porque…nunca lo use.



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