domingo, diciembre 15, 2013

Definitivo

Tal vez, quién lea esto puede sentir que algo no está del todo bien.
Eso es porque simplemente olvide lo que quería hacer y lo 
que quería transmitir con este escrito. 
A veces ocurre eso conmigo, y no puedo más que tratar 
de hacer que termine bien, a pesar de todo.












—Terminó.

Cerró los ojos, sintiendo el golpe contra su corazón. Amber acercó peligrosamente los dedos de su mano derecha al anular de su mano izquierda, dónde el anillo reposaba, frágil y expuesto.

Lo tomó con las yemas de su índice y pulgar, y el anillo desnudó la piel de su anular derecho, por primera vez desde hace mucho.

MinHo no realizó ningún movimiento, tieso de repente y sintiendo el frío partir su rostro en miles de pedazos.

Amber intentó jalar su mano, pero él se lo impidió. Cuándo ella entendió el mensaje decidió dejar caer el anillo en uno de los bolsillos del saco de Choi.

—Lo siento—fue lo único que dijo antes de dar media vuelta y comenzar a caminar, lejos.
MinHo habría querido pararla, jalarla, estrujarla y asfixiarla entre sus brazos hasta que ella le dijera que haría cualquier cosa sólo por sentirse en paz, entonces él pediría que ella volviera a él, aunque ya no lo amara.

"Acaso, ¿alguna vez me amaste?"

También quería preguntar cosas así de vergonzosas y patéticas cómo esa.

Pero, ¿de qué serviría?

El corazón de Amber Liu, la chica que había estado amando durante los últimos tres años de su vida, ya no le pertenecía.

Sus pestañas cayeron, dejando caer la lágrima que no sabía, retenía.

Buscó con una mano el anillo, la promesa hecha un año atrás, el oro blanco brillando entre la oscuridad de la noche fría, pero sintiéndose traicioneramente caliente entre su palma, como si quisiera quemarle los dedos.

Apretó el anillo entre su mano, hasta que sintió las uñas lastimando su piel y el color blanco en su palma. Entonces, lo aventó.

El anillo se perdió entre la nieve, y él volvió a casa.

Con el corazón destrozado, la garganta atiborrada de palabras, quejas y lastimeras confesiones.

Cuándo chocó contra la pequeña mesa que sostenía una cena para dos, no pudo más que llorar un largo rato antes de dormir.

El apetito se había ido también, junto con Amber, esa noche.











Ni la esperanza ni otras posibilidades habían pasado por su cabeza.

TaeMin e incluso Onew le habían aconsejado hablar una vez más con Amber, que tal vez ella se sentía arrepentida, ya que se trataba de una decisión repentina.

Había decidido no hacerlo, y el orgullo no tenía nada que ver.

La había visto un par de veces, merodeando la escuela junto a sus amigas, sonriendo y jugueteando cómo siempre, mientras a él, todos lo veían extraño por tener los ojos opacos y la boca torcida en una insípida mueca de infelicidad.

Ella era feliz.

Amber, siendo su novia o no, era alguien que pensaba bien las cosas, y que nunca se precipitaba.

Ella fue clara.

"No te quiero más. No de esta manera".

Resultaba cruel, algo que ella no era, pero su sinceridad a veces la empujaban a resultar frívola.

Pero de esa chica él se había enamorado, y una de las cosas que agradecía es que, hasta el final, ella fue la chica que le robó el corazón y huyó con él.

Él tenía que tragar, a consecuencia, sentimientos lastimosos, casi rencorosos, además de responder las pequeñas sonrisas que ella le enviaba cuándo, sin querer, sus miradas chocaban.

Ese era uno de los grandes defectos de Amber.

Nunca ignoraría a alguien, ni siquiera a su exnovio con el corazón roto.

Con el corazón roto debido a ella.










Y a pesar de lo que decían los poemas cursis que él le dedicó, el tiempo siguió su curso aunque ella ya no estuviera a su lado. La vida de él continuó, incluso sin los besos mañaneros con sabor a café de Amber Liu.

Y antes de que se diera cuenta, o quisiera darse cuenta, ya llevaba ocho meses extrañándola, buscando capturar un poco de su olor cuándo sin querer chocaban caminos por los pasillos, notando cada pequeño pelo que se escapaba del cuidadoso peinado —no tan cuidadoso, en realidad— pero desde que ella ya no era suya, todo respecto a su persona le parecía incluso más bonito, más suave, más terso, más poético y más hermoso.

Poco a poco, todos olvidaron su larga relación y la abrupta ruptura unilateral que Amber diría después, fue por decisión de ambos.

De pronto, el único que recordaba el dolor, la historia y el pasado, era él.











Ella era una mariposa, revoloteando aquí y allá, mostrando sus preciosas alas a todo el mundo. Nadie nunca había logrado monopolizarla, porque ser tan vivaz era parte de su encanto. Pero ahora, MinHo comenzaba a odiar un poco esa actitud amigable, sociable y encantadora.

Un odio que no llegaba a ser real, porque a decir verdad, sin importa que, él nunca podría odiarla.











—Oye MinHo, ¿esa no es Amber?

JongHyun dijo con lentitud, cómo cuestionándose si estaba haciendo bien en decirlo o no. MinHo sin pensarlo mucho volteó el rostro, y encontró a su exnovia mirando artilugios de feria con total devoción.

Habría sonreído, recordando lo mucho que  Liu tardaba en escoger la más pequeña cosa, pero entonces un chico que estaba al lado de Amber le dio su opinión sobre el colgante para celular que la chica tenía entre los dedos.

Kris Wufan.

Alto, con un ridículo rubio falso en el cabello y las piernas raquíticas.

Amber sonrió hacía él, aceptó de buena gana la opinión, y se llevó el colgante.

MinHo recordó, sin querer, que aunque él diera mil puntos de vista buenos sobre un objeto, Amber no los tomaría en cuenta, considerando sólo su propio criterio.

Apretó los puños y respiró hondo, antes de alejarse del lugar, dejando a sus amigos confundidos, pero entendiendo todo, al mismo tiempo.











Con un encendedor en los dedos se sentó solo en una banca. Prendió y apagó el encendedor dos veces, entonces respiró.

— ¿Por qué vienes con tus amigos si vas a estar aquí solo?

Volteó hacia el lugar de dónde provenía el sonido, sin nada en la mente, y cuándo lo encontró, Amber le sonreía lánguidamente, con el suave pelo negro peleándose contra el viento.

Si hubiera tenido más tiempo para pensarlo, se habría sentido idiota, porque no contestó, se quedó mirando el rostro apacible de la chica, reconociéndola, sintiendo que habían pasado años desde que la miró desde tan cerca.

— ¿Te has vuelto mudo o algo así?

Sabía que tenía que decir algo, pero si comenzaba a hablar estaba seguro de que no podría parar, y de que todas esas dudas adoloridas e infantiles saldrían, clamando respuestas. Así que en lugar de abrir la boca, la cerró con más firmeza, haciendo de sus gruesos labios una línea firme y tiesa.

Amber no se alejó. Inhaló una vez y tomó asiento —aunque de la forma más alejada posible— a su lado, en la banca.

Y antes de que MinHo comenzara a sentir que la escena era simplemente extraña o antes incluso de que el aire en su pecho comenzara a pesar, ella habló. Con una voz tranquila, llena de serenidad.

—Lamento haberte dejado así, pero fue lo mejor. De repente, todo el amor que sentía por ti, se esfumó. No preguntes cómo, no lo sé. Pero se fue. Deberías buscar, tal vez cayó sobre alguna otra chica de nuestra clase—sonrió, con una línea suave y amable de sus labios—no quería mentirte, ni tratarte mal, y aunque quise hacerlo de la forma más considerada posible…

Entonces se calló.

Intuyendo de que esas palabras no le servían a MinHo, ni a nadie.

Repasó sus opciones unas cuantas veces en su cabeza y a su vez, respiró profundamente.

—Eres realmente importante para mí, aunque te haya lastimado, te quiero.

Ella pudo mirar los ojos de él cuándo dijo esas palabras, sonrió, se levantó y se fue, dejando a MinHo otra vez solo, con el encendedor en las manos, tal y cómo lo encontró.










La fiesta siguió avanzando. MinHo podía oír los gritos de TaeMin, más fuertes y más emocionados de lo usual, debido al alcohol.

Miró al cielo oscuro y frío.

Y no supo decir después, cuánto tiempo transcurrió así, sin pensar en nada.










Primero fueron las asistencias.

MinHo había dejado de asistir a las reuniones, y comenzó a ir de nuevo, sorprendiendo gratamente a todos. Coqueteó con una chica, y luego buscó otra, lentamente regresó a su estado anterior.

Era un chico universitario, guapo.

Y soltero.










Las semanas avanzaron y MinHo trataba de no pensar en su dolor, no pensó en el por mucho tiempo hasta que, sin que él se diera cuenta, este desapareció.

Saliendo desde lo más profundo de su ser, para desaparecer en el aire.










— ¡Amber! —Onew llamó a la chica, quién lucía cómo pocas veces, un vestido blanco que acentuaba sus caderas y mostraba sus lindas y delgadas piernas.

Iba tomada de la mano de Kris Wufan.

La pareja se acercó y para sorpresa de sí mismo, MinHo pudo sonreír hacía ellos, y participar en el brindis en honor al cumpleañero, JongHyun.










La casa de JongHyun era lujosa y bonita, suficientemente espaciosa para albergar a todos sus amigos, y más.

MinHo se sentó con pesadez sobre la silla, apenas alejada de la piscina.

El estropicio de los invitados más escandalosos no había llegado allí, así que el lugar estaba tranquilo. Suspiró fuertemente para sí mismo, apenas había tomado dos copas de vino pero se sentía hormigueante y mínimamente mareado.

¿Qué tipo de vino tenía JongHyun en casa?

—Otra vez te encuentro solo.

Volteó, apenas sorprendido.

—Amber.

La chica se sentó en la silla de al lado, volcando su vestido hacía abajo, para no dejar tan descubiertas sus piernas.

— ¿Qué haces aquí?

— ¿Qué haces tú aquí?

—Estoy tomando aire fresco.

Amber asintió, sin reflejar ninguna emoción en especial.

—Ve adentro. No le causes preocupaciones—MinHo ordenó, con un tono autoritario pero no agresivo.

—Tú me causas preocupaciones a mí. ¿Por qué estás tan solo?

MinHo rio un poco, sin entender la peculiar situación de la que era partícipe.

—Tú y yo rompimos.

— ¿Y qué?, ¿no puedo preocuparme por ti?

—Cuándo me dejaste, perdiste el derecho a cuidarme, enojarte conmigo y preocuparte. ¿Alguna duda?

Amber lo miró, fastidiada, pero luego se calmó y suspiró.

—Sólo quiero que seas el de antes. Entonces, podré dejar de preocuparme.

Ambos se quedaron en silencio por un rato, hasta que MinHo notó los paquetes pequeños de cerveza en lata apilados cerca de su silla, alcanzó uno y lo abrió, tomó dos cervezas y puso una junto a la silla de Amber.

—Es imposible lo que quieres, mujer—dijo, después de dar el primer sorbo a su propia cerveza—antes de conocerte era un príncipe, ahora soy un rey viudo.

Amber abrió su cerveza y al oír las palabras de MinHo hizo una incrédula expresión.

— ¿Morí?

MinHo se extasió con sus facciones bonitas por un rato, luego, volvió a la conversación.

—Para mí, sí.

Amber no supo decir que se trataba de una broma, no hasta después de que MinHo sonriera, indicándole con el pequeño gesto absolutamente todo.

“Estamos bien ahora”.

—Me mataste—MinHo asintió—maldito seas—masculló, casi riéndose.

“Pero no, no cómo antes”.

Brindaron juntos, y juntos se terminaron las cervezas, y al acabar, Amber se levantó de la silla con divina dignidad, se alisó las faldas y dejó a MinHo consigo mismo.

Bien, pero…solo.

2 comentarios:

  1. me encanto¡¡ en verdad me encanto¡¡ :O lo ameeee~~~~ dios que hermoso shot¡¡ no suelo leer fics hetero o algo asi pero como no bien en que orden debo leer los tuyos pues bueno me tope ocn este y lo ame¡¡ o dios unnie me has ayudado tanto con esta simple historia¡¡¡ gracias :)

    ResponderEliminar
  2. Y ahora es que yo vengo a leer esto? OMMGG me encantó. Tu gramática es excelente y para mi si tiene sentido. Por fa continua escribiendo. Un beso desde Panamá

    ResponderEliminar