Henry
llevó a cabo el solo de guitarra de modo excepcional. Cuando hubo terminado se
lanzó ferozmente contra el micrófono, despidiendo un alarido potente que
terminó en agudo.
El
público vitoreó, extasiado, y la canción llegó a su fin.
— ¡Muchas gracias a todos! —exclamó, y en su
último afán lanzó un besó a una de las chicas que estaba al frente. Era
hermosa, por completo su tipo, y la había estado observando cuanto pudo durante
todo el concierto.
La chica notó su gesto, y sólo sonrió,
cortésmente y no de forma coqueta cómo Henry había esperado.
Bajó del escenario con la guitarra a cuestas, y
casi cae sobre su trasero cuándo chocó contra otro cuerpo. Uno más pequeño y
delgado, pero con un toque ligeramente diferente al que tendría una chica.
—Lo siento mucho—se disculpó la persona. La voz
no era suave, era más bien profunda, casi grave pero terriblemente agradable.
Sus ojos le gritaban algo, mas sus sentidos decían algo completamente distinto.
Y estos tenían razón; se trataba de una chica.
Una chica con pantalones negros ajustados, una
playera extremadamente grande color gris y unas botas negras, altas y gruesas.
Una gorra negra cubría el pelo negro que Henry logró ver. Esa gorra era de una
marca que él conocía, una genial marca.
—Discúlpame tú a mí—respondió Henry, algo tarde
por su escudriño a la chica—acabo de salir del escenario, así que supongo que
aún estoy un poco mareado de la emoción.
Ella lo miró fijamente, cómo si estuviera
tratando de recordar algo, luego chocó sus manos entre si y sonrió.
— ¡Eres Henry Lau! —gritó, victoriosa.
—Eh...si, soy yo.
—Es un placer conocerte—dijo ella, con la
sonrisa todavía en su cara, Henry esperó a que extendiera su mano, pero ella
nunca lo hizo.
— ¿Me conoces? —preguntó Henry, a sabiendas
casi, de que esa era una pregunta estúpida. En los últimos seis meses él se
había convertido en toda una celebridad de internet, conocido por muchos
realmente, era obvio que esa chica…
—He oído algunas canciones tuyas, eso es todo.
De acuerdo. La chica no era su fan.
—Bien—agregó él, sin saber que más decir. Su
humildad no quería admitirlo pero se había acostumbrado a aquellas chicas que
eran sus “fans número uno”, que lo abrazaban, lo felicitaban, intentaban
besarlo y le deseaban lo mejor.
Esa chica por lo contrario, sacó un cigarrillo,
le ofreció uno y luego de que él lo rechazara, se llevó uno a su propia boca y
lo encendió. Aquella chica estaba fumando frente a su cara.
—Yo también toco—dijo ella, sin agregar ningún
tipo de emoción a su voz—la verdad, me sorprendió que te pidieran presentarte
aquí.
— ¿Por qué?
—Bueno, estás, digamos…fuera de lugar.
— ¿Perdón? — ¿acaso además de no ser su fan,
fumar en su cara y parecer chico, lo estaba insultando?
—No quiero ofenderte—aclaró ella, alejando el
cigarrillo de su boca—pero aquí hasta la fecha, sólo se han presentado chicas.
— ¿Y eso qué?, no me parece extraño que de
repente se presente un hombre—respondió él, despreocupadamente.
—No entiendes—la chica se inclinó e hizo morir
la llama de su cigarrillo presionando la punta contra el lateral de su bota—no
es algo simple—se incorporó y botó el resto del cigarro en un pequeño cesto que
estaba pegado a la pared, casi escondido. —Sólo tienes que mirar al público
para darte cuenta.
Henry dudó, sin embargo aquella chica y todo lo
que salía de su boca le intrigaba. Se acercó a los tres escalones que dirigían
al escenario, subió sólo uno y se asomó.
El público era completamente femenino. Y al
mismo tiempo, no lo era.
Chicas ataviadas en ropa negra, con pantalones
ajustados pero playeras holgadas, sin maquillaje alguno y si llegaba a estar
alguna maquillada, eran sólo sus ojos, no más. El pelo corto en la mayoría,
corto sin tinte.
Henry no vio ninguna falda, ninguna cosa rosa o
de algún otro color que no fueran el blanco, el negro y el gris.
Un público típico de un concierto de rock —lo
que era, al fin y al cabo—, aunque la ausencia de hombres era ligeramente
inquietante.
—Ninguna de ellas tiene novio—escuchó que la
chica dijo a su espalda—y si tienen pareja, esa pareja está allí, junto a ellas.
Henry se volteó, al fin entendiendo todo.
— ¿Quieres decir…?
La chica se rio un poco, Henry pudo oler el
hedor a alcohol barato saliendo de su boca, cómo humo de una sartén.
—No eres muy brillante ¿verdad?, estos
conciertos son exclusivos para lesbianas. Por eso nunca había venido un hombre,
porque a las chicas cómo yo, sólo les prenden otras chicas—y sonrió, en un
gesto burlón.
— ¿Entonces por qué estoy aquí?
La chica alzó los delgados hombros, en el
ademán propio de una niña de cuarto grado, dio una vuelta vacilante cómo si
estuviera borracha —que era lo que comenzaba a pensar Henry—, y se dejó caer en
el piso, con las piernas entrelazadas.
—Ellas creen que eres lindo—respondió sin más,
y debió notar el semblante confundido de Lau porque lanzó una risotada y
prosiguió: —si les gustas tanto, es porque muchas quisieran ser cómo tú; un
chico lindo, talentoso y que puede tener a las chicas que quiera.
— ¿Tú también quieres ser cómo yo? —cuestionó,
sin saber realmente porque lo hacía, el porque precisamente formulaba esa
pregunta tan fuera de lugar. Tomó una silla que había estado allí todo el
tiempo, raquítica y a punto de romperse, la acercó a la chica y se sentó.
—Nooo—dijo ella, seseante, moviendo el dedo
índice de su mano derecha de forma negativa—yo estoy bien siendo una linda
chica, gracias.
Henry rio, al fin. Encantado con el humor de
aquella chica.
—Me alegro.
— ¿De que?
—De que seas feliz siendo lo que eres.
Ella arrugó las cejas, sus pequeños ojos
delineados lucieron aún más negros y brillantes con la mueca.
— ¿Me estás coqueteando?
Henry estaba listo para lanzar —esta vez—, una
risa de verdad, con ganas, cuándo desde el pasillo que llevaba a los pequeños
camerinos sonaron los ruidos inconfundibles de unos tacones.
Y luego una voz.
— ¡Amber!, ¡Amber!, ¿dónde coño estás?
Y la chica que le había gustado durante el
concierto, apareció.
En sus pantalones de cuero rojos, su blusa
negra y sus tacones atractivamente altos y negros también. El cabello ébano,
cayendo sobre sus hombros y su espalda. Unos guantes de tela delgada color negra,
con los dedos descubiertos.
Se quedó deslumbrado, abrió la boca pero de
ella no salió nada, y justo cuándo estaba en el apogeo de su embeleso, la chica
lo miró recelosa, pasó a un lado de él sin decirle nada y llegó hasta la otra
chica que Henry sabía —ahora—, se llamaba Amber.
— ¡Linda Krystal!, ¿qué haces por acá cariño? —saludó
Amber, con una sonrisa propia de una hermosa borracha.
Para Henry no pasó desapercibido el color
rosado apareciendo cómo por arte de magia sobre la piel blanca de Krystal…
Un momento.
Si Amber dijo que todas las chicas asistentes
al concierto gustaban de chicas, entonces Krystal…Oh. Y estaba seguro además,
de que a Krystal le gustaba Amber, si es que no eran ya pareja, claro.
— ¿Qué haces tú acá, tremenda idiota?, todo el
grupo está buscándote, debemos ensayar, luego del intermedio vamos nosotras—Krystal
contestó con dureza, la molestia brotaba de su voz.
—Lo siento—habló Henry, notando lo agitada que
se encontraba Krystal y el hecho de que Amber no hacía amago alguno de
levantarse del suelo—yo entretuve a tu…a Amber. Quise hablar con ella, por eso
se tardó—y sonrió, con sus lindas mejillas de adorno que bien sabía que a las
chicas, —con suerte, cualquier tipo de chica— les gustaba.
Krystal sin embargo no contestó a su gesto, lo
miró con las cejas fruncidas y desconfianza nada disimulada.
—Y, ¿tú eres?
Henry sonrió más, con un poco de decepción
clavándose en su pecho.
—Henry Lau, el chico de la última actuación.
— ¡Ah si!, el chico, claro—notó al fin Krystal—lo
siento, pero a pesar de estar entre el público no preste mucha atención. Estaba
repasando en mi mente la letra de la canción que vamos a tocar.
Henry llevó la mano a su cuello, entre
estupefacto, decepcionado y nostálgico.
—Entiendo.
—Nosotras tocamos después de toda esta mierda
del intermedio—irrumpió Amber, con la voz más serena—ya que tú ya tuviste tu
número musical—rio—bien podrás prestarnos total atención.
Hizo una seña hacía Krystal para que la ayudará
a levantarse y se puso de pie, pasó un brazo por los hombros de Krystal y
comenzó a caminar lejos.
—Un placer conocerte Lau—dijo, junto con un
gesto de la mano.
Krystal no se molestó en despedirse y sólo se
abrazó a la cintura de Amber con más fuerza.
Y Henry se quedó solo.
— ¿Listos para sentir a Electric Shock
recorriendo su cuerpo?
El público gritó, vitoreó, aulló, Henry escuchó
incluso algunas voces pidiendo que alguna chica del grupo —o el grupo entero—
les quitará la virginidad o les diera hijos —algo biológicamente imposible—. Y
la canción comenzó.
Henry aunque no se lo propuso, se aprendió
rápidamente los nombres.
Amber; guitarra, Krystal y una linda chica
llamada Suzy eran las vocalistas, Jia; batería y finalmente una chica con rulos
de nombre Fei tocaba el bajo.
Quisiera o no admitirlo, todos eran hermosas, y
si, Henry deseó o ser chica o que a ellas les gustaran los hombres.
Poco antes de acabar la canción, Krystal jaló a
Amber hacia abajo y la besó. El público se volvió loco. Amber se dejó hacer,
mansamente.
El beso terminó, y con el los últimos acordes.
El grupo entero agradeció el apoyo y bajó del
escenario.
—Estuvieron geniales—dijo Henry a una Amber que
guardaba su guitarra en su estuche. —Oh, y el beso del final súper, excelente
toque.
—Muchas gracias—contestó Amber suavemente. El
alcohol había desaparecido de su esbelto cuerpo por completo gracias al
esfuerzo que requería la presentación, así que ahora a diferencia de cómo fue
al principio, estaba un poco tímida y hablaba con menos volumen.
— ¿Por qué agradeces algo que no te
corresponde?, fui yo quién te beso, tú sólo te quedaste quieta cómo idiota—Krystal
golpeó levemente a Amber en la cabeza con una botella de agua. Amber la tomó
mientras le agradecía.
—Y eso fue muy difícil—se quejó—soportar tus
pegajosos labios llenos de brillo labial durante todo ese tiempo, ¡uff!
Krystal iba arremeter con un nuevo ataque, pero
Henry interrumpió la pelea.
—Disculpen, pero tengo curiosidad—ambas chicas
pusieron sus ojos sobre él— ¿ustedes son pareja?
Pasaron por mucho tres segundos en silencio,
cuándo la carcajada de Amber, Jia y Fei resonaron por todo el pequeño y
compartido camerino.
— ¡Si apenas puedo soportar a Krystal cómo
amiga! —logró decir Amber entre risas.
Krystal por el contrario no había dicho nada, y
sus delgados labios se apretaron, cómo impidiéndose a sí misma hablar. Suzy
lucía preocupada, mirando a Krystal.
—Te vamos a aclarar algo—habló Fei, con sus
preciosos rulos mojados de sudor pegados a su frente—debido a que hablaste a
solas con Amber primero, seguro que nuestra querida guitarrista te engañó—Fei
miró a Amber, quién puso cara de niña buena e inocente.—Nosotras no somos
lesbianas, Henry.
Henry parpadeó varias veces, y mientras lo
hacía, Krystal se sentó en el sofá más lejano, con las piernas cruzadas.
— ¿No lo son? —cuestionó al fin.
—No. Tocamos aquí cada año porque prácticamente
todas las chicas de este club son nuestras fans, y hemos añadido besos y cosas
así para complacer a este club en especial. Eso es todo.
Henry se quedó boquiabierto, pero entonces, si
Amber ni ninguna de esas chicas eran lesbianas, ¡entonces él y Krystal
podrían…!
—Krystal y Amber son la pareja con más
seguidores, aunque en realidad todas las parejas que manejamos contienen a
Amber. Hoy sólo fue el turno del KryBer.
Pero Henry notó el enojo en Krystal, la enorme
desazón de sus ojos oscuros, de sus piernas cruzadas con fuerza, de sus brazos
apretados contra su cuerpo casi violentamente. Y sobre todo sus labios, rígidos
en una sola línea.
Krystal quería a Amber más que cómo una amiga,
lo supo entonces.
—Ya veo. Pero en ese caso, ¿Amber tiene besos
con cada una de ustedes?
—Así es—declaró Suzy adelantándose a Fei,
mientras se paseaba leyendo una revista de heavy metal.
Para Henry no pasó desapercibido el golpe demasiado
fuerte y demasiado enojado que produjo Krystal al descruzar las piernas y
chocar los pies contra el piso.
—Deja que te llame—pidió Henry, a una Amber que
estaba lista para marcharse.
—Amber—llamó Krystal desde la camioneta del
grupo—apresúrate.
Amber le hizo un gesto obsceno con la mano y
volteó de nueva cuenta a Henry.
—No tengo mi móvil aquí y no me sé mi número—Henry
abrió la boca, estupefacto—dame tu número, y yo te llamo a ti.
Henry escribió con rapidez los números de su
móvil, le entregó el papel a Amber y se despidió con la mano.
Cuándo Amber iba a comenzar a alejarse Henry
vio a Krystal pendiente de los dos, con los ojos entrecerrados.
—Dile que no llore mucho, que ya ella tuvo su
oportunidad.
—Disculpa, ¿qué dijiste? —le preguntó Amber volviendo
a voltearse.
—Nada, nada. Espero tu llamada—y esta vez fue
Henry quién se volteó y se alejo, preguntándose cómo se vería Amber usando
alguna de sus camisas o alguna de sus gorras.
“Nada mal”, se dijo, “nada mal”.
—De acuerdo, eso fue inesperado.
Henry volteó hacía la voz; se trataba de Suzy,
que llevaba en las manos un vaso de cartón con —seguramente—, café dentro.
— ¿Qué cosa? —cuestionó, fingiendo que no sabía
a lo que la chica se refería.
—No creí que Amber fuera tu tipo de chica—respondió
simple, y dio un pequeño sorbo al vaso.
— ¿Por qué?, ¿crees acaso que Amber sólo es el
tipo de chica de Krystal?
Suzy detuvo todas sus acciones. Su boca se
abrió un poco y sus ojos tintinearon, sorprendidos.
— ¿Te diste cuenta?
—Cualquiera con un poco de observación se daría
cuenta.
Suzy bajó la mirada, muy preocupada de pronto.
Pero luego la subió, miró a Henry con los ojos casi inmersos en fuego por la
ira.
—Entonces, ¿por qué?, ¿por qué quieres salir
con Amber siendo que Krystal la ama?
Henry no hizo ningún movimiento ni dijo nada,
de alguna forma, no se esperó que ocurriera algo así.
Tonto,
se dijo, debí imaginarlo.
—Lo siento—comenzó, con lo único que se le
ocurría decir—pero creo que Krystal ya tuvo su oportunidad, creo que no estoy
siendo injusto.
Suzy se pensó mucho lo que iba decir, pero
cuándo volvió a hablar, lo único que salió de sus labios fue una súplica.
—Krystal la ama demasiado. No puedes hacer
esto.
Henry miró sus ojos; estaban brillantes por
lágrimas diminutas que no se acababan de formar. Debía ser cierto aquello,
Krystal debía amar a Amber muchísimo y por mucho tiempo, para que una de sus
amigas se comportara así, defendiendo su amor.
Inclinó la cabeza y metió las manos en los
bolsillos de su pantalón.
—Krystal me gustó al principio—dijo, sin saber
porqué—pero…Amber rápidamente me mostró el cómo era realmente, y con eso, lo
sincera que es. Creo que si ella amara a Krystal ya habría hecho algo. Por eso
me di una oportunidad, porque quizá, Amber nunca ame a Krystal cómo Krystal lo
hace.
Suzy apretó la boca, contrariada.
—Además—agregó Henry—sólo le di mi número, eso
no significa que ya me ame.
Suzy hizo un puchero, y gritoneó infantilmente
sus palabras.
— ¿Cómo no te va a amar, pedazo de tonto?, eres
su ídolo, además hasta yo note que eres un chico agradable.
—Espera—Henry alzó una mano para acompañar su
petición. — ¿Soy el ídolo de Amber?
Suzy únicamente agitó la cabeza de forma
afirmativa, tomando un poco de su olvidado café.
—Entonces, ¿por qué actuó cómo si yo no le
importará mucho?
—Ella es así. No va a mostrarse cómo las demás
chicas, es demasiado tímida para gritar en tu cara y preferirá mil veces
pretender odiarte, que confesar que tiene una foto tuya en su cuarto.
Henry alzó las cejas con la palabra “tímida”,
porque aquella chica que fumó en su cara no parecía para nada tímida, mas lo
último robó su atención.
— ¿Ella tiene una foto mía en su cuarto? —cuestionó,
casi entusiasmado. Cuándo Suzy agitó de nueva cuenta su cabeza para decir “si”,
fue cuándo se entusiasmo de verdad—oh vaya, parece que tengo más oportunidad de
la que creí—se animó, sonriendo casi para sí mismo. —Pero, cuándo fingió que yo
no le gustaba mucho estaba un tanto ebria e incluso fumó frente a mí, ¿cómo es
que...?
Suzy alzó los hombros, en el mismo gesto que
llevó a cabo Amber horas antes. Henry se preguntó cuál de las dos habría
comenzado con aquella manía.
Lau notó que estaban ya inmersos en silencio,
con la chica sorbiendo su café y una camioneta esperando por ella. Habló.
—No voy a echarme atrás—aseguró, con la voz llena
de decisión—puedes decirle a Krystal que le diga a Amber sus sentimientos, que
lo intente. Porque yo no voy a echarme atrás.
Suzy notó el cambió en su tono, dejó de tomar
café y extendió la mano hacía Henry.
—Es un trato—Henry se la estrechó y ella partió
de inmediato hacía la camioneta.
Lau notó cuán tierna era, y que seguramente
Suzy sería una de sus damas de honor para su boda con Amber.
Si, seguro que si.
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